May
2020
Cocinamos juntos?
Escrito por: Ariana Mendoza Rodriguez
Cuantas veces tenemos que sentarnos más del tiempo normal en la mesa a la hora de la comida, esperando a que nuestros hijos terminen su merienda? y claro, a esas alturas ésta ya ni sabe bien porque está fría (espero esa sea la única razón porque admito no ser la mejor cocinera aunque me encante comer).
Cuántos de nosotros nos vemos obligados a practicar nuestras habilidades de negociación ofreciendo tiempo de televisión a cambio de unas 3 cucharas más? y me río y digo: “madre mía, las que te hice pasar yo”. Recuerdo las veces que le intentaba dar restos de mi comida a mi perro por debajo de la mesa para terminar más rapido cuando no me permitían dejar la mesa sin antes terminar de comer.
Ahora más que nunca, con el confinamiento del COVID-19, nos toca cocinar todos los días. No se cómo era y es para ustedes, pero en nuestro caso, ambos trabajabamos a horario contínuo, solíamos recoger a los niños a media tarde (ya almorzados, pero de igual manera con hambre) y la comida que preparabamos para la cena alcanzaba para el día siguiente también. Mi esposo y yo nos turnamos para cocinar. Y cuando es mi turno, cruzo los dedos para que no me digan: “de nuevo salmon con brocoli y arroz? pero si comimos eso hace dos días” (jajajaja, un plato fácil de hacer y saludable, según yo). Imaginense sus caras de pena. “si supieran la suerte que tienen”, les repito, con el riesgo de sonar como disco rayado: “hay niños en este mundo que no tienen nada que comer, así que coman y agradezcan”.
Ahora tenemos, como muchos de ustedes, que hacer de todo (trabajar, ser profesores y cocinar), así que a raíz de este nuevo reto, mi desesperación y ganas de superación en el ámbito de la cocina es que empece a buscarle solución a estos 3 problemas que detecte durante este confinamiento alrededor del tema “cocina”.
La falta de:
1. paciencia en la mesa y sobremesa (ni debería existir la “sobremesa” la verdad!),
2. creatividad, destreza culinaria y poder de convencimiento a la hora de la comer, y
3. un espacio y tiempo extra para que me cuenten sus cosas, ya que la parte de mi rol de chofer que les había contado en otra ocasión me daba esa posibilidad (ojo que no extraño para nada esa parte de mi “antigua normalidad”, el ser mamá chofer, el resto que les describo en ese post sí), y el estar corrigiendo tareas lado a lado no lo garantiza.
Y así re-definimos una vez más nuestro menú de la semana, añadiendolos a ellos, a los más pequeños, como responsables y eligiendo recetas de cocina, en este caso, de dos libros (en alemán) hechos para ellos, que debo decir, son lo máximo.
El primero (el de la foto) nos da una variedad de recetas fáciles de comida internacional: Grüner Reis und Blaubeerbrot, lieblingsrezepte für kinder aus aller Welt. escrito e ilustrado por Felicita Sala; y el segundo nos ofrece recetas divididas y utilizando los ingredientes de las 4 temporadas del año, enseñandonos a cocinar con conciencia: Clever Kochen, das Kinderkochbuch, ilustrado por Kitty Kahane y Jacoby Stuart, Kimba BT. Si tuvieran consejos de libros en español por favor escríbanme, me encantaría conseguirlos. Gracias de ante mano!
La pequeña nos lée las receta en voz alta, o se turna con el mayor que ya pica los ingredientes y ambos disfrutan de esa admiración que se desparrama de nuestros ojos de padres, cada que nuestros hijos aprenden a hacer algo más, por más básico que sea. Ellos perciben ese amor y orgullo por medio de nuestra mirada, asi que a celebrar cada paso como el logro que és y por más pequeño que este pueda ser.
Esta semana por segunda vez nosotros, los padres, nos sentamos a ser servidos, y no sólo pudimos así enseñarles a cocinar sino que con muchísimo gusto disfrutamos de la hora de comer juntos mucho más que antes. Y ellos ahora tienden a presentar/servir su comida en forma de corazón y me dicen: “está hecha con mucho amor,” y yo me derrito.
Eso sí no despeguen el ojo para ayudar y evitar accidentes en la cocina ó estar de paparazzis, que esos momentos se lo ameritan .
El tiempo de cocinar se convirtio en otra actividad de familia adicional que ahora puedo decir, disfruto mucho más que antes. El cocinar inspira la lengua, ya sea para charlar más o abrir ese apetito y yo ando feliz de seguir escuchando sus “secretos” en ese “nuevo espacio” y verlos crecer y aprendiendo a ser independientes.
En conclusión, por primera vez puedo decir AMO COCINAR, mientras sea con mis hijos, claro está.